11.10.07

La segunda es la vencida

Que se vive dos veces
se suma a la dicha
de los que morir es de todos los días.

Para quienes ya se cansaron
de comenzar todo de nuevo
cada vez, el sueño se presenta
como un seguro de vida,
que promete una precaria,
pero certera inexistencia.

Que se incrusten mentiras, poco importa.
La compañía asegura la angustia al mínimo.
De inicio a fin ‘irrealidad’ como marca de agua.
Abiertos o cerrados, da lo mismo, los ojos ya no ven.

Cada uno es el tablero vacío
que arrastra la partida anterior.

Pero clausula oculta, advierte peligro.
Abuso de sustancias penado con ficción,
ya no aquella contrastable, sino perpetua.

Todo y nada suman cero.
Cero y la vida se volatiliza.

Solo queda un cuerpo, igual, maleable.
Se fueron aquellas dudas que mantenían un vago flujo.
Solo queda empalmar lo que se desvanece
con lo desvanecido y buscar en que lugar
la muerte encaja.

10.10.07

Espacio entre mi cabeza y mis pies

No es locura.

Fueron aquellos los que se levantaron,
bajaron y subieron, cogieronme;
primero las piernas, luego el cuello.

No es locura.

Fueron aquellos quienes positiva
volvieron la polaridad terrestre
y claro, yo, negativo con cara muerta
en lo que parece el instante
en que los kilos se pierden no corriendo,
sino odiando.

No es locura.

Fueron aquellos quienes me dieron vueltas.
Y que fácil es perder de vista
aquel punto lejano, que queda como lunar
en lo que parece ser los restos de la imagen.

No es locura.

Fueron aquellos quienes se fueron a correr.
No les perseguía nadie. No querían escapar.
Tan brillante se vuelve aquello,
tanto de mentira hay, que ya no la se distinguir.

No es locura.

Fueron aquellos que querían sacarme a pasear.
Dejaron al que decía ser yo en el lugar
en donde hoy me jacto de estar perdido.

No es locura.

Fueron aquellos quienes desplegaron esta página.
Buscando ubicarse, corren y corren.
Yo hago lo contrario, quizá para hacer menos finito
el caos de lo inercial, con miedo de perderme en el cero absoluto.

3.10.07

SINTITULO

(escrito en estado de inconciencia)

Quizá una sonrisa detenga tu impresión dual,
trial, cuar…y ni más un ademán displicente albergará
incólumes vidas unitarias, mejor dicho vida dada,
vida, vida, visible, vivida,
velada ante el resplandor de una ilusionaria marca,
nacida, muerta, vivida para doler, para notarse, para engarrapatarse.

¿Quién quiere multiplicaciones?
¿Quién quiere espejos matriarcales?
Suficientes las dobles volumétricas condescendencias.
Suficiente la percepción, que entre todo lo posible se ve a si misma.
Inalcanzable la idea de un –mismo- que ante mil ojos fue señalado,
que ante un ciencabezas fue imaginado.

Y como las cortinas que engrisesen las claras ventanas enroscadas a la ciudad
se precipitan como inspiración, como cancelación de todo el espíritu,
de toda la maquinaria sedienta, ardiente de trabajar.
Quién entendiera aquella pasión.
Quién proyectara tan pequeña sociedad, forjada en grises mantos,
fijada en esféricas nieves, en climas presurosos que se vomitan a si mismos.

Ya no deba nadie pisar rededor desconocido.
So peligro de autodenigrarse deba el hombre ser nada para pisarse,
deba ser algo para encontrarse o deba quizá cuestionarse y sentir su peso.
Sus incontables kilos lo esperan. Sus desgraciadas ganas son su medida.
Su brillante ingenuidad su condena, su feliz precipitación.

13.9.07

Eres tú tu sola belleza

Eres tú tu sola belleza.

Te perdiste entre esos gigantes
que luz comen y de su excremento bebemos.

Bacteria descompone lo descompuesto.

Llora y sigues encima,
humanizas la lluvia,
encauzas lo poco que le queda
y piadosa te acuerdas de que tus pies duelen,
cuando tu peso rompió ya aquel puente
entre nuestra soledad y el hogar.

Una línea a mitad de tu pecho
divide el placer, parte ese clavo sin punta
que no se incrusta más entre tus sienes.

Atado. Secas las hojas secas.
Las olas en tu costado teñidas de tierra
van ahogando tus tobillos.

Olas se estiran,
el espejo que se retira
y la imagen trae detrás de su ombligo
el tsunami que olvidaste el día
que bajaste de aquellas ramas.

6.9.07

SINTITULO

Puede que sea mi falta de irracionalidad
que ahoga tan altaneramente mi tacto,
aquella que viola cada vaso sanguíneo,
o que traga su saliva y escupe la ajena,
aquella que me parquea y apaga el motor
entre las dos señales de discapacitados.

Si, aquella que de arriba se ve grandiosa
y que por dentro monstrifica las pocas pasiones
que no quisiera nunca diluir.

Qué no hacer sin ella.
Piel nueva surgiría debajo del velo,
capas muertas de pre-vida caerian,
un cuerpo entero nacería entre las piernas
de una sangrante virgen que no llora.

Puede que sea mi lenguaje kamikaze
quien se hunde a si mismo,
quien se ve proyectado en el mar gris
y cual bestia ataca a su reflejo sin más dolor.

Que hacer sin él,
que me libera y me aprisiona,
que me asesina y sin embargo me crea.

Enterrado de cabeza
con los pies para respirar
el criminal espera mi perdón,
yo espero.

Lo espero y me salva,
lo detengo y muero,
pero esta vez con los pies para caminar.

11.7.07

Nada Vacío

A propósito de esta larga ausencia en este sitio, que más bien fue falta de manifestación, porque muchas veces entré, quizá por curiosidad o por no tener nada más en mi rutina diaria, tengo algunas cosas en mente. El pensar que estoy pensando en el vacío es una de las cosas más raras en las que se puede pensar. ¿Cómo es que la nada puede ser sujeto de mi reflexión o es acaso que el concepto esta mal planteado? Poco a poco surgen ideas que se van conectando, pero ¿cómo es que llego a una construcción que me de por resultado una idea que esencialmente no debería existir? Esto me sirve de excusa para plantear algo más: ¿Somos nosotros los que creamos la realidad a partir de las ideas? En una de las salidas anteriores les escribí un poco sobre cómo es que la realidad se nos presenta y es esa la única realidad. Es un egoísmo epistemológico del cual no se tiene salida. Pero por pragmáticos, por flojera o, más peligrosamente, por dogmáticos, podemos quedarnos en esta postura sin hacerle honor a ella misma. Si es que mi aparato discernidor de la realidad se ha construido a partir de mi única experiencia propia con ella, la mía es solo una de ellas. Esto es obvio, pero la puesta en común de las realidades es lo que hace interesante a este proceso individual, que luego se vuelve colectivo.
El vacío lo podemos considerar solo porque tenemos concebida la oposición. En la naturaleza no existen los opuestos. Toda clasificación que hayamos hecho, la convierte sólo en eso, una clasificación humana. No quiero ahondar en esto, pero tengámoslo por supuesto. Entonces el vacío es la oposición de lo que para nosotros es común, la presencia de algo. ¿Qué concepto más preciso en el que podamos coincidir los humanos? Sin embargo hay quienes dudan. Un concepto tan accesible a todos y colectivamente similar puede tiene orígenes individuales y termina desembocando en el mismo cauce. Pero, ¿alguien se cuestiono de dónde salió? ¿Alguien se preguntó si es que algo que no debería existir por concepto existe? ¿No sucedería esto con muchas ideas que damos por sentadas? Con esto puedo referirme a los ídolos del foro, de los que Bacon hablaba. Justamente ‘foro’ hace referencia a lo común, a la interacción y, más precisamente, al lenguaje. La palabra inventa realidades y la palabra cuando sale de la mente y se hace común se convierte en lenguaje. El lenguaje forma el intelecto y se convierte en el molde de la razón. La razón que fabricamos nosotros y que todo el proceso lo tenemos corrupto es aquella en la que confiamos. Lo más contradictorio es que con mi razón corrupta llego a cuestionarla. Entonces, ¿debo o no debo confiar en ella? Quizá que nuestra razón sea nuestro peor castigo. Quizá si vivo mirándome la nariz sea el mayor regalo. La historia humana se siente, si se la mira lo más lejos posible, como la gran contradicción. Por eso todos quieren mirarla de cerca, pero eso es un engaño más. Es una decisión que todos debemos tomar, pero la distancia que tomemos será inversamente proporcional a una vida más o menos feliz. Es una cuestión de moral. Es una cuestión de si te sobra el tiempo. Es una cuestión de no encontrarle el sentido a nada. Quizá con lo poco que les he dado puedan ya darse la idea de cómo no buscar el sentido, sino inventarlo. No queda otra.

17.6.07

Esfera

Salinamente cuarteada
evaporada, ulcerosa

Triste desolación en tu piel naranja
Tu juventud nunca expresada
convertida en un mirar infinito
hacia el terror más grande.

No lo quieras más,
ni persona de tu ser brota.
No eres más que esfera;
ni astro, ni roca
ni sol, ni sana

Enferma como el resto de ti,
el resto de mi, nuestra tierra

Que fácil imaginarte ahora.
La vaguedad, la no ilación
todo da sentido a tu condición

Tu pútrida mañana nace así:
de madrugada se engendra
tierra maculada, desangrada
tus raíces se asfixian
beben muerte y de la muerte creces

No deba boca incauta posar sobre ti
No deba incauto tocar más su horizonte
No deba nadie más mover pie en este suelo
Y con esto esperar a que se eleven las hojas.

15.6.07

De la necesidad de ser popular

En la salida anterior hablé de la necesidad de ver la vida a partir de la muerte.
El tema de la muerte llegó a mí esta semana y en poco tiempo le he encontrado muchos ángulos. Precisamente esto me sirve de ejemplo para hablar un poco sobre la paranoia de la existencia.
Antes de esta semana no me había planteado nunca este tema. Y el tema no vino a mi mente por alguna experiencia con la muerte. En mi vida, en el periodo del que tengo memoria, se ha muerto mi abuelo paterno, una tía lejana, un amigo de la familia muy cercano y el esposo de mi tía. Nunca una de estas muertes me hizo cuestionarme acerca de la existencia. A pesar de tener esa sensación de: está – ya no está, esto no me dio ninguna idea de lo que es la existencia. Antes de esta semana para mi la muerte no existía.
Muchos filósofos han discutido este tema desde hace miles de años. Los planteamientos son tan diversos que es difícil que alguien no se contente con alguno. Unos no creían en conocimiento alguno. Otros le atribuyen todo el conocimiento sólo a los sentidos. Entonces la existencia en uno y otro caso están predeterminadas por lo que puedo o no puedo percibir. Los más escépticos dirían que no tiene sentido intentar buscar conocimiento, pues este nunca se nos manifestará. Pero, para nosotros, quienes no buscamos las respuestas en ideas formuladas dentro de conceptos creados por el mismo ser humano, no nos queda otra que confiar en la naturaleza. ¿Cómo la naturaleza nos daría un aparato orgánico incapaz de tener conocimiento de la realidad, si es que la única forma de sobrevivir es actuando sobre esa misma realidad?
Si a Descartes no le hubiera sobrado el tiempo, rápidamente hubiera dicho: “Lo miro, luego existe.”
Entonces, si con este postulado planteamos que: “lo que no sabemos que existe, no existe”, todo lo que es ajeno a nosotros es inexistente. Por consiguiente, todo lo que llega a nuestro conocimiento empieza a existir. Hay que tener en cuenta aquí que esa existencia es totalmente relativa al individuo. Cuando digo que no existe, es porque no existe para mí. Pero, siguiendo esto, si algo no existe para todos los seres humanos, es porque no existe.
Dos preguntas sencillas pueden ayudar a ejemplificar esta problemática:
Si nadie supiera de la existencia de Dios, ¿Existiría Dios?
Si nadie supiera de la existencia de las bacterias, ¿Existirían las bacterias?
Pongo este ejemplo, porque esta exagerada comparación de conceptos tan distintos sirve para poner más claro este asunto.
¿Cómo es que el humano llega a tener estos conocimientos?
Antes del invento del microscopio no se conocían estos organismos. Antes de que el humano tuviera un pensamiento abstracto, no existía Dios.
¿Podría decirse que mientras más personas conocen algo, ese algo se vuelve más real?
Si los restos arqueológicos y los registros históricos no guardan información de las miles de culturas que han existido a lo largo del tiempo, ¿cómo podríamos llegar a conocerlas?
El termino al que me referí al principio, la paranoia de la existencia, tiene relación con la necesidad de algunas personas de hacerse historia, o por lo menos sentir momentáneamente que tienen presencia histórica.
¿Cómo es que a algunas personas no les importa quedar como totales idiotas ante todos, con tal de ser conocidos? ¿Es quizá ese miedo a no existir?
La angustia más grande que pueda sentir un suicida, es el morir y que nadie lo note. Quizá ese sea el mayor alimento de las ganas de no vivir. Si sabiendo el individuo que estando vivo puede dejar de existir, ¿No sería mejor morir también?
La autoestima esta ligada totalmente a lo social. Si no hay alguien que reconozca al individuo como valioso o si no hay con quien compararse y sentirse realizado, no habrá lugar a autoestima. Los suicidios están íntimamente relacionados con la falta de autoestima, con la sensación de que se ha dejado de vivir una vida digna y que ya la existencia no tiene sentido o incluso que la existencia ha desaparecido. Con esto podría deducirse que una mayor presencia social aumentaría el bienestar y la autoestima de la persona.
Pero ¿Cómo es que una gran cantidad de famosos terminan suicidándose?
La respuesta se encuentra en esa misma construcción de la realidad hecha por quienes han vuelto “popular” al individuo. Si alguien se hace conocido y empieza a ser más real para las personas, este proceso tiene una contraparte. El individuo ha adquirido la cualidad de real para la gente gracias a las características que la gente le ha atribuido. Esto quiere decir que muy probablemente haya un desfase entre lo que la persona es para si misma y lo que es para la gente. La identidad del sujeto puede entrar en resquebrajamiento al notar que tiene que adoptar una conducta distinta a su “yo” propio, para seguir siendo ese individuo popular.
Entonces, quedamos aquí entre los dos extremos que deforman la realidad y anulan la existencia, que sería la hiperexistencia del popular y la casi no existencia del suicida.
Esta necesidad de popularidad en mayor o menor medida siempre se hallará en personas que sientan que su propia afirmación de la existencia no es suficiente y que infravaloren su propia percepción de lo que es real.
Cuántos hemos preguntado: ¿qué piensas de mí?

14.6.07

De la necesidad de darle la espalda a la muerte

MORIR
.
¿Quién ha mantenido ese pensamiento o sensación por más del tiempo que la idea impresiona nuestro sentir?
.
Una vez encontré la muerte debajo de la cuna de un niño recién nacido. Nació y murió. Pero de ahí su madre lo cogió y lo cuidó durante los próximos (Dependiendo de la cultura entre 13 y 35 años. En el caso del Perú estereotipado 35 años. En el caso del Perú real 0 años.) años.
Lo tuvo en brazos hasta que aprendió a caminar. Sus piernas lo hicieron escapar de las paredes algodonadas, tibias y sin ángulos. La madre no temió nunca algo terrible. Pero esa hipocresía maternal temblaba cada vez que la casa escapaba de los pies de la madre.
Lima es gris. ¿Y la casa? ¿Rosada? El mundo es negro. ¿Y la madre? ¿Blanca?
.
¿El humano se parece más al mono o al canguro?
Digo que el niño nació, pero ahí mismo murió. Su madre lo mató. Pero a su vez, para que su madre haga algo tan terrible,
.
1. Ha de ser inconsciente.
2. Ha de haber muerto también.
3. Alguien la debe de haber matado.
4. Quizá no es alguien, sino algo.
.
Quizá ese anterior “quizá” sea una ironía.
.
¡Un círculo virtuoso para la raza humana!
.
El canguro pare a su hijo, tal como la madre humana. Luego, lo mete en su saco, lo protege y lo alimenta hasta que esta listo para tener contacto con el mundo, casi como la madre humana.
El humano ha desarrollado inigualablemente un sentido de protección al recién nacido. El hogar es el saco del canguro. Ahí el niño tiene todo lo que necesita.
Pero, ¿Quién determina que es ese “todo” que el niño necesita? La madre canguro sabe que cuando el niño embolsado ya ha crecido, no podrá seguir estando en su compartimiento/casa. ¿Sabe la madre humana que su niño crecerá? ¿Sabe que en algún momento su “tamaño” mental y social rebasará el saco?
.
Y el niño creció.
.
No le queda otra. “Hay que meter al niño al nido, al colegio, a la pre, al instituto, a la universidad. A lo que se pueda.” Gritaba la madre los primeros meses del cuarto año de vida del niño.
.
Y el niño sufrió. Se cogía de la reja del nido y su profesora hacia las veces de madre.
Y ahí recién la madre dio a luz.
.
El resto de la historia ya se sabe. Nuestras madres nos hicieron miopes y los lentes los compramos con golpes.
.
Mi madre tiene miedo, ¿le puedo decir algo? Pero, ¿no es precisamente ese miedo el que obstruye la confianza?
.
Vivir tan hacia adentro, pero a la vez conociéndonos tan poco nos vuelve nada. ¿Qué utilidad podría ya tener la sociedad?
.
La vida no la vemos. Cuando la vemos, nos duele. Cuando no la encontramos, nace el psicólogo. Cuando la tenemos, no lo sabemos. Cuando la perdemos... ¿Es acaso ahora importante?
.
¿Y que pasaría si supiera de pronto que mañana moriré?
.
Quizá no haría nada. El significado de la vida no podría cambiar así de rápido.
.
¿Y si cuando nazco siento que todo podría haberse acabado ya en ese segundo?
.
La madre mata al hijo. Pero, si lo dejara vivir, el hijo sentiría la muerte. Sentiría la vida. Viviría la vida. Viviría.
.
¿Viviría?

18.4.07

primera entrada

No habrá más entradas. Todas serán salidas.

.