14.6.07

De la necesidad de darle la espalda a la muerte

MORIR
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¿Quién ha mantenido ese pensamiento o sensación por más del tiempo que la idea impresiona nuestro sentir?
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Una vez encontré la muerte debajo de la cuna de un niño recién nacido. Nació y murió. Pero de ahí su madre lo cogió y lo cuidó durante los próximos (Dependiendo de la cultura entre 13 y 35 años. En el caso del Perú estereotipado 35 años. En el caso del Perú real 0 años.) años.
Lo tuvo en brazos hasta que aprendió a caminar. Sus piernas lo hicieron escapar de las paredes algodonadas, tibias y sin ángulos. La madre no temió nunca algo terrible. Pero esa hipocresía maternal temblaba cada vez que la casa escapaba de los pies de la madre.
Lima es gris. ¿Y la casa? ¿Rosada? El mundo es negro. ¿Y la madre? ¿Blanca?
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¿El humano se parece más al mono o al canguro?
Digo que el niño nació, pero ahí mismo murió. Su madre lo mató. Pero a su vez, para que su madre haga algo tan terrible,
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1. Ha de ser inconsciente.
2. Ha de haber muerto también.
3. Alguien la debe de haber matado.
4. Quizá no es alguien, sino algo.
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Quizá ese anterior “quizá” sea una ironía.
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¡Un círculo virtuoso para la raza humana!
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El canguro pare a su hijo, tal como la madre humana. Luego, lo mete en su saco, lo protege y lo alimenta hasta que esta listo para tener contacto con el mundo, casi como la madre humana.
El humano ha desarrollado inigualablemente un sentido de protección al recién nacido. El hogar es el saco del canguro. Ahí el niño tiene todo lo que necesita.
Pero, ¿Quién determina que es ese “todo” que el niño necesita? La madre canguro sabe que cuando el niño embolsado ya ha crecido, no podrá seguir estando en su compartimiento/casa. ¿Sabe la madre humana que su niño crecerá? ¿Sabe que en algún momento su “tamaño” mental y social rebasará el saco?
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Y el niño creció.
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No le queda otra. “Hay que meter al niño al nido, al colegio, a la pre, al instituto, a la universidad. A lo que se pueda.” Gritaba la madre los primeros meses del cuarto año de vida del niño.
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Y el niño sufrió. Se cogía de la reja del nido y su profesora hacia las veces de madre.
Y ahí recién la madre dio a luz.
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El resto de la historia ya se sabe. Nuestras madres nos hicieron miopes y los lentes los compramos con golpes.
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Mi madre tiene miedo, ¿le puedo decir algo? Pero, ¿no es precisamente ese miedo el que obstruye la confianza?
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Vivir tan hacia adentro, pero a la vez conociéndonos tan poco nos vuelve nada. ¿Qué utilidad podría ya tener la sociedad?
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La vida no la vemos. Cuando la vemos, nos duele. Cuando no la encontramos, nace el psicólogo. Cuando la tenemos, no lo sabemos. Cuando la perdemos... ¿Es acaso ahora importante?
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¿Y que pasaría si supiera de pronto que mañana moriré?
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Quizá no haría nada. El significado de la vida no podría cambiar así de rápido.
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¿Y si cuando nazco siento que todo podría haberse acabado ya en ese segundo?
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La madre mata al hijo. Pero, si lo dejara vivir, el hijo sentiría la muerte. Sentiría la vida. Viviría la vida. Viviría.
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¿Viviría?

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