3.10.07

SINTITULO

(escrito en estado de inconciencia)

Quizá una sonrisa detenga tu impresión dual,
trial, cuar…y ni más un ademán displicente albergará
incólumes vidas unitarias, mejor dicho vida dada,
vida, vida, visible, vivida,
velada ante el resplandor de una ilusionaria marca,
nacida, muerta, vivida para doler, para notarse, para engarrapatarse.

¿Quién quiere multiplicaciones?
¿Quién quiere espejos matriarcales?
Suficientes las dobles volumétricas condescendencias.
Suficiente la percepción, que entre todo lo posible se ve a si misma.
Inalcanzable la idea de un –mismo- que ante mil ojos fue señalado,
que ante un ciencabezas fue imaginado.

Y como las cortinas que engrisesen las claras ventanas enroscadas a la ciudad
se precipitan como inspiración, como cancelación de todo el espíritu,
de toda la maquinaria sedienta, ardiente de trabajar.
Quién entendiera aquella pasión.
Quién proyectara tan pequeña sociedad, forjada en grises mantos,
fijada en esféricas nieves, en climas presurosos que se vomitan a si mismos.

Ya no deba nadie pisar rededor desconocido.
So peligro de autodenigrarse deba el hombre ser nada para pisarse,
deba ser algo para encontrarse o deba quizá cuestionarse y sentir su peso.
Sus incontables kilos lo esperan. Sus desgraciadas ganas son su medida.
Su brillante ingenuidad su condena, su feliz precipitación.

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