Puede que sea mi falta de irracionalidad
que ahoga tan altaneramente mi tacto,
aquella que viola cada vaso sanguíneo,
o que traga su saliva y escupe la ajena,
aquella que me parquea y apaga el motor
entre las dos señales de discapacitados.
Si, aquella que de arriba se ve grandiosa
y que por dentro monstrifica las pocas pasiones
que no quisiera nunca diluir.
Qué no hacer sin ella.
Piel nueva surgiría debajo del velo,
capas muertas de pre-vida caerian,
un cuerpo entero nacería entre las piernas
de una sangrante virgen que no llora.
Puede que sea mi lenguaje kamikaze
quien se hunde a si mismo,
quien se ve proyectado en el mar gris
y cual bestia ataca a su reflejo sin más dolor.
Que hacer sin él,
que me libera y me aprisiona,
que me asesina y sin embargo me crea.
Enterrado de cabeza
con los pies para respirar
el criminal espera mi perdón,
yo espero.
Lo espero y me salva,
lo detengo y muero,
pero esta vez con los pies para caminar.
6.9.07
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