26.1.08

Viajes

De eso que dicen se lleva en el pecho
me queda poco más que el peso
de lo que el ave deja entre cada partida.

Un pequeño nido que dicen que crece
entre las ramas de sangre
y que con timidez bombea hacia el norte,
terminó cayendo, volviendo a ser el hogar
que trajes naranjas barren por la mañana.

Cuando la pluma abandona el ala,
cuando el vuelo olvida la estela,
cuando la promesa es menor que el aire
que con desdén expiro, me queda por decir
que está ya aquí la despedida del interminable
hasta la próxima.

Cuando la sed me devuelve la fe,
rezo, no lloro…y tampoco me lloran.
Es este el momento de clausurar
la última salida de emergencia,
que ante la catástrofe nunca llegada
ha de abrirse.

Poca lluvia y muchos paraguas;
a estas alturas queda poca energía
para abrirlos, para mojarlos, para secarlos.
Será mejor mudarse al Sahara o
esperar el novísimo paraguas de plumas.

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