22.5.08

Primer día de vida

Hagamos algo:
tú escribe y yo luego lo leo.
Hagamos esto mejor:
tú corre y yo disparo.

Corre, que se chorrea el tiempo,
se detienen las balas,
se consume la vida,
se acaban las palabras.

Ahora sientes que tus piernas
no son más piernas.
Son ahora tu vida y tu vida
es ahora todo lo que te sobra.

¿Qué harás ahora?
Te ahorcaras con la corbata de tu papá,
colgado del fierro, ese donde haces barras.
Y tus gorditos brazos ahora te salvarán
de la recién estrenada valentía.

Ahora son tus extremidades favoritas,
colgadas encima de tu cabecera,
como la cabeza del reno que despedazaste
con tu Rémington.

¿Y cómo es ahora?
Tu retiro estaba planeado
para el trimestre anterior,
pero al parecer aun andas en labores.

Bueno, ahora te dejo sólo.
Coge tu lapicero, apuntalo a tu cabeza
y sigue con esas firmas, que tantas te faltan.
Presiona, dispara. Corre, yo leo.

18.5.08

TNT

No es que quiera cogerte de las manos,
ni tampoco con las manos de lado,
es sólo que no sé como se hace
para decir eso que cuando se dice
ya no merece estar en el aire.

Y me enredo tal como tú haces
con mi cabeza, con mis pelos,
de esos que crecen hacia dentro
y que tú despeinas y malpeinas.

Y has encontrado aquí algo olvidado,
que creí haberlo perdido en el camino
sin haber revisado el bolsillo trasero.

Entre tierra y piedras se iba a buen paso,
pero has accidentado con tus quejidos
mis primeros pasos hacia la nada.

Y ya no es más camino de nada,
sino el más peligroso de todos.
Ni con machete, ni con balas
podré enfrentar tus ataques
que aún no conoces.

Tan injusto seré que no sabrás
de todo aquello que es tuyo
y que ya le perdí el rastro.

A falta de interés estarás alejada
y yo con todo tu botín me haré cargo
de administrarte bajas dosis
de los escombros que dejas tirados
en la habitación del frente,
en donde siempre se olvidan de cerrar la puerta.

15.5.08

Reencuentro

Qué casualidad encontrarnos otra vez.
Tú con esa nueva prenda,
yo con las narices mojadas de tanto no llorar.

Y recuerdo que también era de noche
cuando posé mis dedos sobre ti
y tú me diste un limón, el último
y no cayó al vaso más que una pepa.

No olvidé, sino que me olvidé.
No de ti, no de nadie, sólo de mi.
No era necesario dejarte, pero sino
hoy seguiría persiguiendo mi cola,
haciendo camino sobre mi ingravidez.

Y aunque no te extrañé o sin notarlo
pasé por alto que de un día para otro
dejaste de lanzar piedritas a mi puerta,
hoy toco todo ese vacío de inicio a fin,
le doy vueltas y agradezco que nada puedo encontrar
y por fin a mi, o lo que queda.

En una escalera te vi y así llegamos acá,
pero fue un poco de egoísmo que deberé reconocer.
Estabas transparente y vi tu relleno, con la barriga inflada,
a punto de explotar, tu barriga, mi cabeza.

Y tu indigestión importa cada vez menos.
Mi consideración la puedes recoger del tacho
y ya no te podrás ir, por más maltrato y abuso.

Así es cuando se trabaja para las manos
que todo lo tocan y nada conocen
y duermen y husmean lo poco que ven.
Al fin te encontré y al fin es tu fin,
ese que dura por siempre.

.