15.5.08

Reencuentro

Qué casualidad encontrarnos otra vez.
Tú con esa nueva prenda,
yo con las narices mojadas de tanto no llorar.

Y recuerdo que también era de noche
cuando posé mis dedos sobre ti
y tú me diste un limón, el último
y no cayó al vaso más que una pepa.

No olvidé, sino que me olvidé.
No de ti, no de nadie, sólo de mi.
No era necesario dejarte, pero sino
hoy seguiría persiguiendo mi cola,
haciendo camino sobre mi ingravidez.

Y aunque no te extrañé o sin notarlo
pasé por alto que de un día para otro
dejaste de lanzar piedritas a mi puerta,
hoy toco todo ese vacío de inicio a fin,
le doy vueltas y agradezco que nada puedo encontrar
y por fin a mi, o lo que queda.

En una escalera te vi y así llegamos acá,
pero fue un poco de egoísmo que deberé reconocer.
Estabas transparente y vi tu relleno, con la barriga inflada,
a punto de explotar, tu barriga, mi cabeza.

Y tu indigestión importa cada vez menos.
Mi consideración la puedes recoger del tacho
y ya no te podrás ir, por más maltrato y abuso.

Así es cuando se trabaja para las manos
que todo lo tocan y nada conocen
y duermen y husmean lo poco que ven.
Al fin te encontré y al fin es tu fin,
ese que dura por siempre.

No hay comentarios:

.