Eres el óxido que me queda en las manos
después de estirar las cuerdas
y romperme el cuello.
Y quedo despeinado y sucio,
frente a frente con la mentira de la oscuridad.
Solo y doce compases después solo.
Eres la piel que se desprende de mis dedos,
después de dos horas de suicidio.
Y te encuentro escondida
en el silencio de negra,
que se escapó de la pista
a quién sabe dónde.
Eres mi frente arrugada
que se enrojece
con más de dos ojos cerca.
Y acabo con tus dos últimos acordes menores
que hoy suenan a sol,
del grande.
11.7.08
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